Hace ya algunos por no decir que muchos años, dejé de tomar
refresco en cada comida, no puedo decir que ahora no lo hago, aunque sólo un
trago o procuro llevar conmigo una botella con agua, por ejemplo cuando asisto
a algún evento, casi nunca tienen opciones de bebida más que gaseosas.
El refresco no es parte de mi vida y me siento orgullosa de poder
decirlo, ya que he visto como muchas personas tienen esa dependencia de ellos,
aún a sabiendas de lo malo que es para la salud.
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En las redes sociales ha circulado mucho la información de lo que
ocurre en el cuerpo después de ingerir el “refresco negro”, creo que no será
suficiente lo mucho que lleguemos a compartir estos efectos, hasta que al menos
la mínima parte de los consumidores reflexionen y tengan la voluntad de cambiar
ese hábito que los mantiene en un cuerpo poco saludable.
Puedes ver los efectos que causa, hasta una hora después de haber
ingerido refresco aquí.
Después de saber que el refresco lo usan para limpiar baños,
deshacer carne, remover manchas de óxido, entre otros usos equivalentes a
ácidos, ¿Aún les darías a tus hijos? A pesar de saber que también contiene
sustancias potencialmente adictivas y
gas carbónico que provoca “adicción psicológica” y alta fructuosa, un
jarabe hecho a base de maíz transgénico.
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Los padres somos los primeros interesados en que nuestros hijos
sean felices y tengan lo mejor en la vida, de nosotros depende enseñarles a
cuidar de ellos mismos desde su templo que es su cuerpo, hasta sus propias
convicciones y luchar por ellas.
¡Excelente día y vida plena!